Belisario Roldán nació en Buenos Aires, Argentina,el 16 de septiembre de 1873 y falleció en Alta Gracia, el 17 de agosto de 1922. Fue político, orador, autor teatral, periodista argentino.
Realizó estudios secundarios el el Colegio Nacional Central, ingresó a la Facultad de derecho en 1889 y se doctoró en Jurisprudencia en 1896. Militó en las filas de la Unión Cívica Nacional y fue elegido diputado nacional en 1902. Fue nombrado miembro correspondiente de la Real Academia de la Lengua.
Dejó como legado cinco libros de poemas: La senda encantada, Bajo la toca de lino, Letanías de la Tarde, Llamas en la noche y Poesías completas. También cuenta su obra con dos tomos de narrativa,Cuentos de amargura (1917) y Las venas del arrabal (1920). Como dramaturgo ha escrito, El rosal de las ruinas, El puñal de los troveros (1921), Los contagios(1915), Luz de hoguera, Cosas de París entre un total de 29 obras.
Fue un gran orador, en 1909 se le encomendó asistir a la inauguración del monumento al general José de San Martín en Boulogne-sur-Mer (Francia), donde pronunció una recordada pieza oratoria que comienza: "Padre nuestro que estás en el bronce".
Sus restos descansan en el Cementerio de la Recoleta, en la Ciudad de Buenos Aires.
Una calle en Gonzalez Catán, una en la ciudad de Buenos Aires,otra en la ciudad de Zarate pcia de Bs As y otra en la de Mar del Plata llevan el nombre Belisario Roldán en homenaje a su labor
Triunfal
Hubo de todo en el romance aquel...
Flores, celos, amor, llantos, excesos;
Y un día. un día sin luz, en uno de esos
amargos días del invierno cruel.
-Es preciso-dijiste- poner el
punto final a nuestros muchos besos...
Debo partir y parto... dejo ilesos
tu corazón, Poeta y tu troquel.
No supe que decir... Tu voz tenía
una extraña inflexión desconocida
y eres dueño sin duda de tu vida...
Además, mi bohemia impenitente
según es lo normal y lo corriente,
estaba trasudando altanería...
Nos dimos el adiós de un modo triste...
Tú bajaste los ojos, yo la frente:
Hubo un silencio largo; gravemente
sonriendo tus labios. y partiste.
Cuando ya lejos hacia mí volviste
la faz turbada, dolorosamente.
atravesó los oros del poniente
un adiós postrimer que no dijiste...
Mas escucha, mujer, lo que sentí...
Sentí bajo el arrullo del pañuelo
remoto que agitaba; un consuelo
que en un instante serenó mi mal;
-sentí que tu existencia inmaterial,
prófugamente se quedaba en mí
¡Qué vale que el destino se la lleve
-pensé entonces irguiéndome en la playa-
ni que a otras tierras ignoradas vaya
ni que otras fuentes del amor abreve!
¡Qué vale que su pie nervioso y leve,
musa traviesa de mi ciencia gaya,
errando sin cesar bajo la saya
busque la senda del olvido aleve!
¡Qué vale que del vaso huya el jazmín
si se ha trocado el vaso en la redoma
donde yacen su espíritu y su aroma!
¡Qué vale que te alejes, fugitiva,
si suspensa a una rama siempre viva
has quedado hecha flor en mi jardín!
(Belisario Roldán)
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