El 31 de enero se inauguró La Asamblea General del año XIII con el propósito de emancipación y constitución del Estado de las provincias unidas. La abolición de la esclavitud, la igualdad indígena y la prohibición de torturas y tormentos son algunos de los principios fundamentales que nos legó.
En un contexto de luchas internas entre Morenistas y Saavedristas, patriotas y contrarrevolucionarios, luchas que buscaban darle una orientación y una forma política a lo iniciado en la Revolución de Mayo.
La demora en proclamar la independencia y en dar una constitución y un notorio centralismo, pusieron fin a la paciencia de los “morenistas”, que exigieron la conformación de un nuevo triunvirato. Éste se formó en octubre de 1812 y, finalmente, convocó a una asamblea general para el año siguiente.
La Asamblea General del año XIII se declaró soberana y asumió la representación de las provincias.
Entre sus novedades, se encontró la ausencia del juramento de fidelidad a Fernando VII. El Juramento que los diputados convocados firmaron marcaba el “americanismo”: “¿...prometen a la patria desempeñar fiel y exactamente los deberes del sublime cargo … promoviendo los derechos de la causa del país al bien y felicidad común de la América?”
Dicha asamblea pudo concretar algunas obras legislativas de gran importancia: entre ellas, la acuñación de moneda nacional, el establecimiento del escudo e himno, la abolición de la Inquisición y las torturas, la supresión de los títulos de nobleza y la libertad de vientres.
Pero también se derogó la mita, la encomienda, el yanaconazgo y el servicio personal de los indios, bajo todo concepto y sin exceptuar el que prestaban a las iglesias o a sus párrocos.
La Asamblea no pudo cumplir con el objetivo de dictar una Constitución pero fue un gran avances en materia de derechos sociales.
Fragmento del manifiesto inaugural de la Asamblea el 31 de enero de 1813:
"Si hubiéramos de calcular los designios de la naturaleza por el resultado práctico de los sucesos humanos, sería preciso suponer que la esclavitud era el dogma más análogo a nuestro destino, y que él debía ser la única base de las primeras combinaciones de un legislador. Pero aunque el cuadro del universo no ofrece por todas partes, sino un grupo de esclavos envilecidos por la servidumbre, o acostumbrados ya a la tiranía: y aunque los esfuerzos de las almas libres, al fin sólo han servido de trofeos al despotismo, presentando en la historia de los pueblos una constante alternativa de gloria y degradación; sin embargo, la libertad existe en los decretos de la naturaleza, y por su origen es independiente de todas las vicisitudes de los siglos."
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