CARLOS DI SARLI: “NO HABRA NINGUNO IGUAL, NO HABRA NINGUNO”
Pianista, director y compositor (Bahia Blanca 7 de enero de 1903 – Olivos 12 de enero de 1960)
Nacio en la casa sita en la calle San Martín 48 y su infancia y juventud la vivío en la casa de la calle Buenos Aires(Hoy Irigoyen,) número 511 , de Bahia Blanca.
Nadie como él supo combinar la cadencia rítmica del tango con una estructura armónica, en apariencia sencilla, pero llena de matices y sutilezas, impuso un sello propio, un perfil musical diferente que se mantiene inalterable en toda su prolongada trayectoria.
Dos tangos de su autoría son considerados clásicos del género. El primero es en homenaje a su maestro Osvaldo Fresedo y se llama “Milonguero viejo”; el segundo es un reconocimiento a su ciudad natal, “Bahía Blanca”. No son sus únicas creaciones, pero son las más memorables. Tan memorable como su famosa mano izquierda, “su zurda milonguera” , como dijera un crítico, esa zurda que le otorgaba al sonido del piano un toque distintivo y distinguido, pleno de sutilezas y matices. La mano izquierda de Di Sarli se reconocía por esa manera de decir, de acentuar, de modula
El Señor del Tango fue absolutamente respetuoso de la melodía y el espíritu de los compositores de su repertorio, adornando de matices y sutiles detalles la instrumentación orquestal, apartándose de la falsa contradicción que existía entre el tango evocativo tradicional y la corriente vanguardista.
Los cantores en tiempos del sexteto, fueron por orden de participación: Santiago Devin, Ernesto Famá, Fernando Díaz, Antonio Rodríguez Lesende, Roberto Arrieta e Ignacio Murillo.
El primer cantor de la orquesta fue Roberto Rufino, a quien lo siguieron Antonio Rodríguez Lesende, Agustín Volpe, Carlos Acuña, Alberto Podestá, otra vez Roberto Rufino, nuevamente Alberto Podestá, Osvaldo Cabrera, por tercera vez Roberto Rufino, otra vez Alberto Podestá, Jorge Durán, Raúl Rosales, por cuarta vez Alberto Podestá, Osvaldo Cordó, Oscar Serpa, Mario Pomar, nuevamente Oscar Serpa, Roberto Galé, Roberto Florio, y finalmente Jorge Durán otra vez y Horacio Casares.
El primer cantor de la orquesta fue Roberto Rufino, a quien lo siguieron Antonio Rodríguez Lesende, Agustín Volpe, Carlos Acuña, Alberto Podestá, otra vez Roberto Rufino, nuevamente Alberto Podestá, Osvaldo Cabrera, por tercera vez Roberto Rufino, otra vez Alberto Podestá, Jorge Durán, Raúl Rosales, por cuarta vez Alberto Podestá, Osvaldo Cordó, Oscar Serpa, Mario Pomar, nuevamente Oscar Serpa, Roberto Galé, Roberto Florio, y finalmente Jorge Durán otra vez y Horacio Casares.
La imagen suya, sentado frente al piano con sus lentes ahumados y su leve sonrisa se transformó en un clásico.
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